“BAD TRIP”

 ¿CÓMO EVITAR UN VIAJE DRAMÁTICO?

Llevar una vida saludable y haberse trabajado emocionalmente antes de una ceremonia de ayahuasca puede hacer que el viaje sea más fluido y luminoso. Sin embargo, si el cuerpo y la mente están intoxicados, la planta actuará primero sobre el plano físico, provocando sudoración, mareos o la necesidad de purgarse. Este proceso no es negativo, ya que la ayahuasca está limpiando impurezas físicas, emocionales y psicológicas.

Una vez superado este malestar inicial, la liberación física permite acceder a un estado de plenitud donde, a través de visiones, pensamientos o sensaciones, se obtiene una comprensión más intuitiva de la vida. Y por esta razón, estas plantas se denominan “plantas maestras”. 

Es natural que la ceremonia cause temor, ya que todo proceso que promete un gran cambio suele generar resistencia. A pesar de esto, la mayoría de las personas (alrededor del 90%) experimenta un viaje positivo, luminoso, que se refleja en sus rostros y en el ambiente festivo que sigue a la ceremonia. No obstante, hay quienes pueden sentirse abrumados por las visiones o pensamientos surgidos durante el proceso.

Mi experiencia personal sugiere que el verdadero poder de la ayahuasca radica en su capacidad para permitir que cada individuo encuentre las herramientas necesarias para sanar dentro de sí mismo. En cierto modo, todos somos nuestros propios terapeutas, capaces de asumir las cargas que podemos transformar. Incluso los momentos más difíciles se superan, ya que la planta nos enseña que los traumas son, en realidad, lecciones de vida. 

La raíz del sufrimiento radica en olvidar que, en el universo, no existen el drama, el error ni la culpa. La dualidad del bien y el mal desaparece cuando entendemos que todo ocurre por una razón, con el propósito de mantener el equilibrio de la vida y promover nuestra evolución. Personalmente, me ayuda a ver toda la vida como un sueño, como un teatro donde nos reencarnamos para aprender a amar y ser conscientes.

Existen dos formas principales de sobrellevar los momentos intensos o difíciles durante una ceremonia de ayahuasca: la purga a través del vómito o la evacuación. Estas acciones ayudan a liberar las tensiones cuando el participante se enfrenta a visiones o revelaciones tan intensas que superan su capacidad de asimilación. 

Ir al baño o vomitar sirve como una especie de protección ante una sobrecarga psico-emocional, previniendo que el participante quede abrumado por los contenidos que surgen durante la experiencia. No obstante, estos procesos también son liberadores en sí mismos. 

Vomitar, en este contexto, no solo alivia el malestar físico o emocional, sino que también permite avanzar a una fase más tranquila y reparadora, donde se accede a comprensiones profundas y sanadoras. A menudo, esta experiencia se compara con un proceso de muerte-renacimiento, una forma de purgar lo negativo y retener lo positivo.